Edgar Cano
Cratilo
Litografía
"Crátilo o del lenguaje" Es el primer antecedente sobre el complejo mecanismo de los nombres, el habla y la comunicación efectiva. Por supuesto, en este diálogo entre Sócrates, Hermógenes y Crátilo, encontrarás importantes reflexiones sobre esa alforja, cuadrúpeda, entretejida, muscular, serpenteante, encriptada...
...naturaleza del lenguaje.
En principio la observación es indispensable, experimentar lo que nos rodea, después nombrarlo de acuerdo a esta experiencia. De aquí que la litografía de Edgar Cano cuente con una bóveda cristalina, la retina ocular que persigue todas las aristas de la naturaleza, un brillante cíclope que analiza. En el "Cratilo" , para Sócrates todos los nombres de objetos, humanos, animales, sentimientos y demás, tienen un origen sensato, unos más sensatos que otros debido al compromiso del observador, el científico entra aquí por su necesidad de explicar la esencia de su entorno.
Los humanos no sólo definimos, mejor aún, redefinimos nuestro mundo, por esa necesidad de llegar a más y aclarar lo que creíamos ya revelado. Percibiremos que el clima cambia, los seres vivos también, los objetos se degradan hasta el derrumbe, el envejecimiento sin duda nos lleva a todos a la desaparición, pero nuestra imaginación social entorno a lo que nos rodea continua prolongándose, redefiniendo incluso lo que ya no existe, ni lo que sabemos si ha existido.
Los apodos por supuesto son un ejemplo claro de este mecanismo de redefinición, aunque nuestros padres dedicaron tiempo y esfuerzo para darnos un nombre que nos imponga, tras la convivencia social, nuestros compañeros, familiares o vecinos, nos observan de manera más sensata, extraen características esenciales cuando nos apodan "el Orejón", "el Cabezón", "el Gordo" y más tildes que tocan fibras sensitivas de nuestro autoestima. Si el apodo es certero, nadie se preguntará el origen de ese nombre, sino simplemente se reirá.
Entonces, redefinir es más importante que suponer, afirmar, aceptar que hemos llegado a la plena observación de un objeto de estudio, de ello depende nuestra posición, la perspectiva con la que lo describimos, tal cual como un pintor que plasmó a detalle las dimensiones de su modelo e ignoró otras. Piénsenlo así, cuando miramos al cenit, para admirar nuestro satélite natural que tanto ha inspirado terror, amor y misterio, estamos siempre olvidando un lado obscuro de la luna.
Litografía
"Crátilo o del lenguaje" Es el primer antecedente sobre el complejo mecanismo de los nombres, el habla y la comunicación efectiva. Por supuesto, en este diálogo entre Sócrates, Hermógenes y Crátilo, encontrarás importantes reflexiones sobre esa alforja, cuadrúpeda, entretejida, muscular, serpenteante, encriptada...
...naturaleza del lenguaje.
En principio la observación es indispensable, experimentar lo que nos rodea, después nombrarlo de acuerdo a esta experiencia. De aquí que la litografía de Edgar Cano cuente con una bóveda cristalina, la retina ocular que persigue todas las aristas de la naturaleza, un brillante cíclope que analiza. En el "Cratilo" , para Sócrates todos los nombres de objetos, humanos, animales, sentimientos y demás, tienen un origen sensato, unos más sensatos que otros debido al compromiso del observador, el científico entra aquí por su necesidad de explicar la esencia de su entorno.
Los humanos no sólo definimos, mejor aún, redefinimos nuestro mundo, por esa necesidad de llegar a más y aclarar lo que creíamos ya revelado. Percibiremos que el clima cambia, los seres vivos también, los objetos se degradan hasta el derrumbe, el envejecimiento sin duda nos lleva a todos a la desaparición, pero nuestra imaginación social entorno a lo que nos rodea continua prolongándose, redefiniendo incluso lo que ya no existe, ni lo que sabemos si ha existido.
Los apodos por supuesto son un ejemplo claro de este mecanismo de redefinición, aunque nuestros padres dedicaron tiempo y esfuerzo para darnos un nombre que nos imponga, tras la convivencia social, nuestros compañeros, familiares o vecinos, nos observan de manera más sensata, extraen características esenciales cuando nos apodan "el Orejón", "el Cabezón", "el Gordo" y más tildes que tocan fibras sensitivas de nuestro autoestima. Si el apodo es certero, nadie se preguntará el origen de ese nombre, sino simplemente se reirá.
Entonces, redefinir es más importante que suponer, afirmar, aceptar que hemos llegado a la plena observación de un objeto de estudio, de ello depende nuestra posición, la perspectiva con la que lo describimos, tal cual como un pintor que plasmó a detalle las dimensiones de su modelo e ignoró otras. Piénsenlo así, cuando miramos al cenit, para admirar nuestro satélite natural que tanto ha inspirado terror, amor y misterio, estamos siempre olvidando un lado obscuro de la luna.
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